Todo comenzó cuando vi que no tenía mancuernillas para la camisa que usé en la boda de un amigo. ¡Faltaban tres horas para la misa y yo con las mangas desabrochadas!
La solución fue correr a la librería y comprar un par de tornillos de los que se usan para sujetar hojas...
Sin destornillarlos los abroché como a un botón... y... ¡¡funcionó!!
Además, a casi todos les encantó la idea...
¿Y a ustedes?